El diario El Pais publicó en su edición del 11 de octubre el siguiente editorial:
Periodista desaparecido
Arabia Saudí tiene la obligación de dar explicaciones sobre el paradero de Jamal Khashoggi
El periodista saudí Jamal Khashoggi entró en el Consulado de Arabia Saudí en Estambul a las 13.14 del pasado 2 de octubre para recoger unos papeles que le permitiesen contraer matrimonio. Su futura esposa, Hatice Cengiz, de nacionalidad turca, se quedó en la puerta, con los dos móviles de este periodista crítico con el régimen saudí, exiliado en Estados Unidos y colaborador de diferentes medios internacionales como The Washington Post.
Nunca más se han vuelto a tener noticias suyas y no existe ninguna evidencia de que llegase a abandonar el recinto diplomático: su novia esperó hasta la madrugada, incluso después de haber dado la voz de alarma a dos números que le dejó por si pasaba algo. Las cámaras de seguridad de la zona confirman que no llegó a salir. No solo Arabia Saudí tiene la obligación de explicar qué ha ocurrido con Jamal Khashoggi, sino que los países aliados del reino, entre ellos España, tienen la obligación de exigir a Riad que se explique y, en caso de que Khashoggi siga vivo, le libere.
Khashoggi, que cumplirá mañana 60 años, es un periodista muy conocido y respetado, cuyas críticas al régimen saudí, sobre todo a las presuntas reformas emprendidas por el nuevo hombre fuerte del país, el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, le obligaron a instalarse en Washington hace un año. El periodista era consciente de que los tentáculos del régimen autocrático podían llegar al extranjero y sabía que la cita en el consulado podía ser una trampa. Las autoridades turcas están convencidas de que Khashoggi fue asesinado por un grupo de agentes saudíes enviados a Estambul para eliminarlo, aunque no se han pronunciado de forma oficial ni han presentado pruebas del crimen. Sí las hay, en cambio, de la presencia en Turquía de los agentes saudíes en el momento en que desapareció Khashoggi.
Bin Salmán ha mostrado de sobra que es capaz de combinar algunas reformas, como permitir conducir a las mujeres o la apertura de una sala de cine en un país donde no existían, con oleadas tremendas de represión, como la detención en Riad de cientos de personas, incluyendo príncipes de muy alto nivel, hace ahora un año. También ha demostrado que no tolera las críticas —provocó una crisis diplomática con Canadá por un tuit sobre la detención de una activista— y que no duda en actuar contra disidentes fuera de sus fronteras —secuestró en Emiratos Árabes Unidos a una defensora saudí de los derechos de la mujer y luego la encarceló—. Pero la desaparición de Khashoggi significaría cruzar una línea roja ante la que Occidente no puede mirar hacia otro lado, como ha hecho tantas veces ante los excesos del régimen saudí.
https://elpais.com/elpais/2018/10/11/opinion/1539282772_495510.html
Arabia Saudí empieza a sentir la presión internacional por el ‘caso Khashoggi’
Grandes empresas tecnológicas y de comunicación se retiran de un foro de inversiones en Riad
La presión internacional por el caso Khashoggi empieza a golpear a Arabia Saudí. A la petición de explicaciones por parte de Reino Unido y Francia, se ha sumado la retirada de los representantes de grandes grupos informativos, empresas financieras y compañías tecnológicas de alcance global de una importante conferencia, en Riad dentro de diez días. La cita, Future Investment Initiative(FII), es mucho más que un foro para atraer inversiones al Reino del Desierto. Se trata del escaparate en el que expone sus proyectos el poderoso príncipe heredero, Mohamed Bin Salmán, cuya imagen está más que nunca en entredicho. Solo la Administración Trump ha evitado cuestionarle.
La web del FII, donde el año pasado se anunció a bombo y platillo la creación de una ciudad del futuro con un valor de 500.000 millones de dólares, proclama la asistencia como ponentes de un centenar de empresarios y emprendedores de relieve mundial. El propio heredero, más conocido como MBS, había creado expectación adelantando que este año se desvelaría “un negocio increíble”. Desde el jueves han retirado su participación los directores ejecutivos de Uber, Dara Khosrowshahi; de la productora Viacom, Bob Bakish; Steve Case, uno de los fundadores de AOL; la directora de The Economist, Zanny Minton Beddoes, y los representantes de The New York Times, CNN y Bloomberg. Tampoco va a acudir el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, con el pretexto de un conflicto de agenda.
“De ser cierto lo que se ha difundido en Turquía sobre la desaparición del periodista Jamal Khashoggi, cambiarían radicalmente las perspectivas de negocio de todos los occidentales hacia el Gobierno saudí”, afirma, por su parte, el millonario británico Richard Branson, propietario del grupo Virgin, en un comunicado que deja en suspenso su colaboración con Arabia Saudí.
Se refiere Branson a las filtraciones de los responsables de seguridad turcos, según las cuales Khashoggi, un conocido comentarista saudí crítico con las políticas de MBS, habría sido torturado, asesinado y desmembrado dentro del consulado de su país en Estambul. Como otras muchas voces, el empresario ha pedido a las autoridades saudíes que aclaren lo sucedido el pasado 2 de octubre cuando el periodista entró en la sede diplomática a por unos documentos y no se volvió a tener noticias suyas. Pero 10 días después, el Gobierno de Riad ha sido incapaz de dar una explicación plausible de lo ocurrido y se limita a negar cualquier implicación.
Es un desastre de relaciones públicas sin precedentes, en especial porque desde la llegada al poder de MBS, Arabia Saudí ha gastado millones de euros en agencias de relaciones públicas para intentar mejorar su imagen internacional. Pero la promoción de cambios cosméticos, como dejar conducir a las mujeres, abrir salas de cine o celebrar conciertos, no ha logrado ocultar la creciente represión interna que ha silenciado la menor crítica a sus planes, y que estuvo detrás de que Khashoggi se autoexiliara en Estados Unidos hace ahora un año.
“Mientras siguen adelante las investigaciones y no se conozca el paradero del Sr. Khashoggi, voy a suspender mi participación en la dirección de dos proyectos turísticos”, informa Branson, tras mencionar que aceptó esos puestos porque “tenía muchas esperanzas en el actual Gobierno de Arabia Saudí y en su líder, el príncipe heredero”. El millonario también cancela las negociaciones con el Public Investment Fund (fondo soberano saudí) sobre su posible inversión de mil millones de dólares (865 millones de euros) en Virgin Galactic y Virgin Orbit.
El exsecretario de Energía norteamericano Ernest Moniz, por su parte, ha renunciado al puesto en el consejo de administración de Neom, la ciudad del futuro anunciada en el FII del año pasado. Moniz fue una de las 18 personas nombradas el pasado martes, aunque algunos otros han asegurado que se le incluyó por error en la lista.
Branson no es el único que tenía esperanzas. A pesar de las alarmas que generaban algunas de las decisiones de MBS (como la intervención en Yemen o el aislamiento de Qatar), también las cancillerías occidentales deseaban que su ambicioso proyecto de reformas tuviera éxito. “Más nos vale que salga bien”, confiaba a esta corresponsal un diplomático europeo durante un reciente viaje a Riad. Desde los atentados del 11-S, en que 15 de los 19 terroristas eran saudíes, el dogmatismo religioso abrazado por la familia real para legitimar su poder ha estado en el punto de mira de todos los analistas. Ahora, quien se augura como próximo rey prometía un islam tolerante y un país abierto al mundo. La música de las reformas sonaba muy bien; la letra sin embargo nunca ha terminado de rimar.
Trump amenaza con un “castigo severo” si Riad está detrás de la desaparición de Khashoggi
“Vamos a llegar al fondo del asunto”, ha dicho el presidente estadounidense a la CBS sobre la desaparición del periodista saudí
Donald Trump ha elevado considerablemente el tono en la crisis desatada por la desaparición del periodista Jamal Khashoggi, que calificó de “realmente terrible y asquerosa”. El presidente ha prometido un “severo castigo” a Arabia Saudí si Estados Unidos confirma que fueron agentes saudíes los que mataron al columnista de The Washington Post.
“Bueno, nadie sabe todavía, pero probablemente seremos capaces de averiguarlo. Está siendo investigado. Y nos sentiríamos muy decepcionados y enfadados si ese fuera el caso. Por el momento, lo niegan, y lo niegan vehementemente. ¿Pueden haber sido ellos? Sí. Vamos a llegar hasta el final de esto y habrá un castigo severo”, dijo Trump en una entrevista televisiva con la CBS que se emitirá íntegramente este domingo por la noche.
Khashoggi, de 59 años, es un ciudadano saudí, pero vivía desde el año pasado en EE UU, adonde se trasladó al temer por su seguridad como periodista crítico con el régimen saudí. El pasado 2 de octubre, Khashoggi entró en el consulado saudí en Estambul para hacer un trámite y nunca se le vio a salir. Desde entonces se desconoce su paradero.
Las autoridades turcas, que han aportado grabaciones de Khashoggi entrando al consulado, sospechan que fue asesinado por un equipo de agentes saudíes, desmembrado con una sierra, y sus restos trasladados fuera de la sede diplomática. Los servicios de inteligencia estadounidenses interceptaron una conversación de oficiales saudíes sobre una operación para hacerlo volver a Arabia Saudí, desde Virginia, donde residía, y detenerlo.
El régimen saudí niega tajantemente las, en sus palabras, “falsas acusaciones”. “Lo que ha estado circulando sobre supuestas órdenes de matar a Jamal son burdas mentiras y acusaciones sin base contra el Gobierno del reino, que está comprometido con sus principios, normas y tradiciones y cumple las leyes y convenciones internacionales”, dice un comunicado oficial.
Turquía confía en que Washington presione a Arabia Saudí para que ofrezca más información sobre el paradero de Khashoggi. El viernes, el presidente Donald Trump dijo que planeaba hablar con el rey Salman sobre la desaparición. “Le llamaré. Llamaré en algún momento al rey Salman”, dijo a los periodistas camino a un acto electoral en Ohio. “Mucha gente está tratando de saber, porque es una situación potencialmente muy terrible”.
La crisis por la desaparición del periodista es un episodio complicado para Trump, que ha reforzado en estos dos años la relación con Riad, el mayor aliado árabe de EE UU. El presidente ha evitado en el pasado las críticas al régimen saudí por asuntos relacionados con los derechos humanos. Arabia Saudí fue el primer país que visitó Trump como presidente y su yerno y asesor, Jared Kushner, mantiene una relación muy cercana con el príncipe heredero saudí, Mohamed in Salman.
Trump habla con varios periodistas en el Despacho Oval el pasado jueves. EVAN VUCCI AP
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