8 de enero de 2020 

EN LAS NUBES  

A la bella provincia  

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Pese a escarnios que algunos medios y comunicadores han hecho de nuestra hermosa provincia, la poesía refleja la armonía que en ella prevalece.

La escritora y poeta doña Rusia, nos comparte el pensamiento escrito por Carlos Mc Gregor Giacinti, su progenitor.

Flor de Oro ganó premio en los Juegos Florales de los Festejos de Carnaval de Mazatlán, Sinaloa. 

Con lo que llamó “Epístola Provinciana”

“Sé que lloras, Provincia,

por el dolor de México,

como la alondra amanecida llora,

colina y monte que al dejar sus alas

clavaron en la tierra su recuerdo.

Te escribo como a novia;

no en el amor con que se canta a un pueblo:

igual que a una mujer; 

como si fueras

bien la esposa o la madre,

o el trasunto indeleble

de nuestro amor primero.

Decía que llorabas

por el dolor de México…

Y ese llanto, Provincia, de tus ojos,

es limpio manantial, por lo sereno;

y brota de los surcos,

y corre por la siembra,

y limpia los maizales

para que las mazorcas

se cubran de oro nuevo.

Tus lágrimas, Provincia, ¡qué rocío!

pensar que por tus ojos tuvo el valle

la claridad del cielo,

y que la lluvia imperdurable llora

sus perlas de llovizna…

¡y que puedes asirla con los dedos…!

¡Oh, mi novia Provincia, ¡yo diría,

que todas las provincias son mis novias,

y que en la carta que mi pulso escribe,

están todas dictándome sus versos.

¡Qué dulzura llamarte por tu nombre!

y al decirte, Provincia, novia mía,

dejarte por la voz el pensamiento;

y escuchar que tu nombre

– proceso musical de tus modales -,

escala las alturas donde vive

el amor de tu sangre, siempre eterno.

¡Novia blanca, Provincia!

¡periferia central del Universo!

¡el aire ya está roto entre tus brazos

y eres dueña del Norte y de sus copos,

y del cálido trópico Sureño…!

Por arroyos que pulen con el agua

he mirado tu imagen;

y he pensado, Provincia, que tus ojos,

palpitan y se miran

entre jacintos trémulos.

Tu pureza provincia, prevalece

He hablado de tus ojos y tu llanto

al trazar esta carta,

mas no he dicho, Provincia, que las aves,

en eclosión de trinos,

son la rústica paz de tus palabras,

y que tu voz, al viento,

es canción de horizontes

en tonos de trigal y madrugada.

Yo podría decirte en estas letras,

cómo las olas que rompió la rada,

germinan con tu voz su cantinela;

y cómo es que se escurren,

conservando tus ecos,

por los médanos rubios de la playa.

Pregunté a los caminos por la huella

que le habla al corazón de tus pisadas,

y te coloca entera en el punto crucial de la esperanza.

¿En dónde está tu corazón de púrpura

“Guadalupano” por la fe del alma,

y en carne, por tu México,

– latido en piedra y barro -,

tu cuerpo de ilusión, donde se guarda

la dulzura inefable

de todas las mujeres mexicanas…?

Bordas “Huipiles” con tu paso leve

por Mérida, la blanca,

y reina “Nicté-Há”, después mestiza,

arrullas el vaivén de las hamacas.

¡Ahí encontré tu corazón de púrpura

Allá en los “Tuxtlas”, cuando luces ternos

con colorido que pintó tu gracia,

el Istmo te saluda con su aplauso

porque eres la “zandunga” de Oaxaca.

¡Y canta ahí tu corazón de púrpura,

Por tierras de Campeche

va tu rango marino de pirata,

y luces en el pelo

la española peineta

que graba en el carey su Filigrana.

¡Y brilla ahí tu corazón de púrpura,

Eres música azul del mar Atlántico

en unísonos coros de la “bamba”,

y a tu donaire, que el “Huapango” escucha,

se rinde la extensión veracruzana.

¡Y vibra ahí tu corazón de púrpura,

¡Oh, mi novia Provincia!

¡Sirena Sinaloa

por once ríos de cristal bañada!

Si en el mar del Pacífico,

aurora de neblinas te levantas,

en topacios de luz, enfebrecido,

el “Rayo Verde” tu tramonto rasga.

¡Y late ahí tu corazón de púrpura,

Vas vestida de sierra por Sonora,

– plumón de cactus que tu estirpe fragua -,

y allá en la “Bacatete” los crestones

inclinan a tu paso,

en la copa del pino, su esmeralda.

¡Y duerme ahí tu corazón de púrpura,

El Iztaccíhuatl y el Popocatépetl,

ejemplos de la historia de tu gama,

los vigías de Ameca, te avizoran

en el contorno que tejió tu falda,

para bordar tu blusa

con pompones de nieve

y cintillos de plata.

¡Y sueña ahí tu corazón de púrpura,

Los sones del Bajío son tu acento;

las tierras de Jalisco tu sabana;

tu escudo es un sarape de Saltillo;

Amozoc es tu espuela y tu canana;

y si a tus trenzas el rebozo anudas

y montas en un potro

de pelambre alazana,

por Zacatecas tu donaire es verso,

morena inspiradora

de los motivos de la “Suave Patria”.

¡Y rima ahí tu corazón de púrpura,

el rústico poema de tus lágrimas!

¡Qué dolor no tenerte aquí en mis ojos

lo mismo que te tengo en esta carta:

como surco de trigo y de maizales

que corre paralelo a nuestro mapa!

Y es que el solar de la Provincia, tiene,

– ¡oh, mi novia Provincia! –

su principio en tu raza;

y te desdoblas toda,

– Onceava Musa que el destino marca -,

como un celaje nuevo

que contra el orto el horizonte ensancha,

para ser, por la estrella de tus ojos,

pensamiento y paisaje,

que el Continente Americano abarca.

¡Qué podría decirte,

oh, mi novia Provincia, con mis versos!

Un poeta que traigo en las entrañas

me dijo que existías,

y he venido a tu encuentro…

De la alegría de tus ojos dijo

que guardaban cariños de lucero;

que ensortijaba el aire

su musical airón en tus cabellos,

y que inéditos labios,

tu boca era la Santa Eucaristía

inviolada del beso.

Indagué lo que dijo mi poeta

cuando habló de tu amor y tu recuerdo;

y aquí repito la canción de siempre;

lo que tantos poetas ya dijeron:

Que tú eres la esmeralda que se espiga

por los trigales nuevos,

y eres lluvia de junio,

y eres sol que calienta los aleros…

Que vuelas en las cruces de los pájaros

y el espacio se llena con tu vuelo;

que desciendes la tierra,

y en el respiro donde das tu aliento,

eres rosa y perfume

y también eres rama;

y para serlo todo,

eres el tronco y la raíz de México”.

Claro, bella epístola sobre la provincia mexicana.

craveloygalindo@mail.com